La feria de franquicias que anualmente se celebra en la Ciudad de México, se ha vuelto un recordatorio de la permanencia que los modelos de franquicia han alcanzado como plataforma activa para el emprendedurismo en nuestro país.
Con todo y las fallas que todavía presenta su operación y que son más culturales que legales, las cifras que representa el sector siguen mostrando avances y solidez. De hecho, por su extensión, número de marcas y asistentes, este evento se ha convertido en el más grande en el mundo en este sector. La sola cifra de visitantes a la feria en sus tres días de duración, cercana a las 45,000 personas, demuestra que existe un importante segmento de emprendedores que siguen apostando a acceder a un know how probado, bajo una marca que asegure que los clientes cruzaran la puerta. Cuando una franquicia puede ofrecer esos dos elementos, los postulados para el éxito suelen estar presentes, con todo y los riesgos indiscutibles que todo nuevo negocio enfrenta.
De las 400 marcas que exponen en la feria, más de la mitad ha pasado la línea de la permanencia en el mercado de franquicias por más de 5 años, lo que da pauta para asumirlas ya como propuestas consistentes.
En su conjunto, el sector está contribuyendo con el 6% del PIB nacional, aunque parte importante de ese volumen corresponde a hoteles y gasolineras que han adoptado este formato para eficientar sus operaciones, por lo que su crecimiento y expansión no obedece necesariamente a las bondades del modelo.
Otras de las cifras que se reporta como positiva es el crecimiento anual estimado de 9%, y los 900,000 empleos de empresas que operan bajo el modelo distribuidas en 88,000 puntos de venta; otro dato relevante es confirmar el crecimiento de marcas mexicanas franquiciantes, que han llevado la cifra de nacionales hasta 85% frente a las extranjeras.
Si sumamos esta experiencia a la que se está viviendo en el sector de las “start up” de origen nacional, parecería que nuestro país está pasando por una etapa de intensa actividad emprendedora. Algunos buscan modelos probados y confiables, aunque de menor rendimiento, mientras que otros están apostando a las grandes ganancias de las nuevas empresas digitales. Como sea, pocas veces en el país se había percibido, y medido, una actividad emprendedora tan promisoria y evidente.
Además, a los buenos augurios en estos rubros hay que agregar el fondeo privado democratizado que significa el “crowfunding”, que empieza por ser comprendido y utilizado en México por grandes sectores de inversionistas que habían estado excluidos de la posibilidad de poner capital de riesgo en propuestas empresariales nuevas que requieren apoyo, y cuyo estado incipiente las hace inviables para otro tipo de financiamiento.
Este es el tipo de iniciativas que pueden estar generando beneficios en el corto y mediano plazos en nuestro país, no solo generando empleos en forma rápida, sino acelerando el crecimiento de proyectos asentados en México, que capitalicen los mementos de incertidumbre para consolidar marcas nacionales en la región. Por diversos motivos, el momento es particularmente propicio para saltar.
Fuente: El Financiero, columna de: Mauricio Jalife