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Invertir y mejorar al mundo

Los problemas sociales en México son preocupantes, entre éstos, la pobreza que, en 2016, alcanzó a 54.8 millones de mexicanos, 9.4 millones de ellos en pobreza extrema.

La preocupación por temas sociales y sustentabilidad es una característica de generaciones jóvenes, como la millennial.

De hecho, siete de cada 10 personas de esta generación ven exitosa una empresa por sus estados financieros, pero también por cómo aborda asuntos como el cambio climático, asegura Sarbjit Nahal, encargado de Inversiones Temáticas de Bank of America Merrill Lynch.

Eso explica que a 83% de los inversionistas en México le interese que sus proyectos tengan un fin social, según una encuesta del banco europeo Natixis.

Por eso, opciones como los bonos sociales, enfocados en contrarrestar problemas como la falta de vivienda, la pobreza, el acceso a la educación y el desempleo cobran auge entre los inversionistas de todo el mundo.

Al primer semestre de 2017 se colocaron, a nivel mundial, 4,500 millones de dólares (mdd) en estos instrumentos, más del doble que en todo 2016, según Dealogic, plataforma de información financiera.

Y México ya dio el primer paso. El banco de desarrollo Nacional Financiera (Nafin) colocó en julio pasado el primer bono social por 4,000 millones de pesos con una sobredemanda de más de tres veces.

“Los recursos que se obtengan por medio de la colocación de este instrumento de deuda a través del mercado –en este caso, la Bolsa Mexicana de Valores– se usarán para proyectos sociales”, explica Roberto Ballinez, director ejecutivo de Finanzas Públicas e Infraestructura en HR Ratings.

Nafin colocó el bono social a un plazo de cinco años y, con lo recaudado, buscará mejorar el acceso a educación, generación de empleo, desarrollo socioeconómico y empoderamiento de la mujer.

Y mientras el bono de Nafin paga un interés de menos dos puntos de TIIE –el día de la colocación estaba en 7.36%–, un bono de la firma Alsea, a cinco años, pagará un rendimiento igual a la TIIE más 0.90%.

En caso de que el proyecto no dé ganancias, el bono de Nafin se pagará con recursos propios de la institución.

“Puede ser que en los mercados desarrollados –como el europeo– haya algún premio en la tasa o tratamiento fiscal; hoy por hoy, en México eso no existe”, explica Ballinez, de HR Ratings. En realidad, la ganancia de estos bonos se reflejará en el impacto que tengan los proyectos sociales en la calidad de vida de las personas, agrega.

MÁS ALTERNATIVAS

Otra opción para los inversionistas es el bono de impacto social. Este no cotiza en un mercado regulado y el pago se hace cuando se alcanza el objetivo. Hasta el mes de junio existían 81 bonos de impacto social en el mundo. Condicionar el pago hasta lograr los objetivos incrementa el enfoque en resultados medibles, dice Instiglio, empresa social sin fines de lucro.

El primero se lanzó en Reino Unido en 2010 para apoyar a prisioneros en la ciudad de Peterborough. En julio, Social Finance, creadora del bono, informó el retorno de inversión más un interés de 3% anual. La reincidencia delictiva bajó 8.39%.

En México, el primer bono de este tipo lo diseñó el gobierno de Jalisco, cuyos recursos los canalizará a capacitar a 1,320 jefas de familia para aumentar su poder adquisitivo, según Ethos Laboratorio de Políticas Públicas.

Para los inversionistas interesados en mejorar el medioambiente, los bonos verdes son una alternativa a nivel mundial y en México, a través de la BMV.

Estos instrumentos sirven para obtener recursos del mercado para financiar proyectos de energía renovable, construcción sustentable o agua, entre otros.

En 2015, Nafin colocó el primer bono verde en México por 500 mdd y, en 2016, el primero en pesos por 2,000 millones de pesos (mdp). En septiembre pasado, el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México hizo dos emisiones por un total de 4,000 mdd.

Hasta el 15 de diciembre se habían hecho colocaciones mundiales de bonos verdes por 116,800 mdd, de acuerdo con Climate Bonds Initiative.
El sector privado también es opción para invertir en bonos sustentables.

En junio, Rotoplas, firma enfocada en el almacenamiento y tratamiento del agua, se convirtió en la primera empresa de América Latina en colocar un bono sustentable por 2,000 mdp en dos emisiones. La primera, por 600 mdp a tasa variable de 68 puntos base con vencimiento a tres años. La segunda, por un monto de 1,400 mdp a tasa fija con vencimiento a 10 años.

Más allá del beneficio económico, quien invierte en estos instrumentos está convencido de que su inversión generará una mejor sociedad, explica Ballinez.

Fuente: Expansión

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