Muchos delegados de las 20 economías más grandes del mundo llegaron a una cumbre en Argentina esta semana decididos a lograr una declaración escrita, luego de que las tensiones entre Estados Unidos y China descarrilaron una reunión de líderes de las naciones del Asia-Pacífico dos semanas antes.
Para ello tuvieron que acceder a las demandas de Estados Unidos y China de abandonar algunas de las promesas que se han convertido en lemas del Grupo de las 20 naciones más industrializadas del mundo.
Sin embargo, lograron irse de la Cumbre del G-20 de Buenos Aires con un comunicado aceptado por todos los líderes, donde se comprometieron por primera vez a reformar la Organización Mundial del Comercio (OMC), la piedra angular del sistema de comercio mundial.
“Algunas palabras que solíamos utilizar siempre en comunicados de cumbres de G-7 y G-20 se convirtieron en una especie de tabú para algunos países”, dijo el sábado un funcionario europeo mientras se negociaba el texto de Buenos Aires. “Tenemos tabúes americanos y tabúes chinos”, explicó.
El primero de esos tabúes fue “proteccionismo”. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha aplicado aranceles a productos chinos por un valor total de 250 mil millones de dólares, como también a las importaciones de acero y aluminio, lo que ha impactado a varios de sus socios del G-20.
Como resultado, por primera vez desde que los líderes del G-20 celebraron su reunión inaugural en Washington en 2008, su comunicado no contenía una promesa de luchar contra el proteccionismo.
Mientras tanto, China se opuso firmemente a la inclusión de los llamados usualesa favor de “prácticas comerciales justas”, en momentos en que Estados Unidos, Europa y Japón han criticado a Beijing por “dumping”, subsidios industriales, abuso de derechos de propiedad intelectual y transferencias de tecnología.
Incluso la palabra “multilateralismo” ha caído en desgracia en un grupo de naciones diseñado, justamente, para fomentar la cooperación internacional, dijeron los delegados.
La clave para lograr que Washington firmara una declaración que reconociera la importancia del “sistema de comercio multilateral” fue reconocer que el sistema no estaba cumpliendo sus objetivos.
Estados Unidos no está satisfecho con lo que dice que es la incapacidad de la OMC de lograr que China se responsabilice de no haber abierto su economía, como se estipuló en el 2001, cuando el gigante asiático ingresó a la organización.
Para forzar la reforma de la OMC, Trump ha bloqueado nuevos nombramientos en el tribunal de comercio más importante del mundo, que se está quedando rápidamente sin jueces, lo que significa que no podrá emitir fallos vinculantes en disputas comerciales.
“Hubo un intento de muchos otros países (…) de lograr que Estados Unidos se comprometiera a cierto lenguaje con respecto al sistema multilateral”, dijo un funcionario estadounidense de alto rango.
“Nos comprometemos con el multilateralismo en donde funciona (…) ¿Está logrando sus objetivos previstos? En muchas áreas se está quedando corto”, dijo el funcionario.
El comunicado final expresó que el grupo apoya la “reforma necesaria de la OMC para mejorar su funcionamiento” y un compromiso para revisar el progreso de esto en la próxima cumbre del G-20, lo que permitió a los representantes de Estados Unidos considerar que obtuvieron una victoria.
Si bien no hubo detalles sobre qué tipo de reforma se buscaría, muchos delegados señalaron que se logró un gran avance al comprometer a Washington con soluciones globales.
“Por primera vez, China y Estados Unidos acordaron comprometerse con respecto a la OMC”, dijo un delegado que participó activamente en las negociaciones. “Dadas las amenazas anteriores de Trump, que se haya logrado que el G-20 dijera que trabajaría en conjunto en la reforma de la OMC es interesante”.
China fue clave
Funcionarios de la Unión Europea dijeron que un paso clave fue lograr que China y las principales economías emergentes se comprometieran con el lenguaje relativo al comercio a principios de esta semana.
“La idea fue introducir a los chinos en la discusión de manera casi inmediata”, dijo otro funcionario europeo. “Después del APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico), sabíamos que sería importante que los chinos sintieran que no había nada en contra de ellos”, agregó.
A mediados de noviembre, en Papúa Nueva Guinea, por primera vez en los 30 años del foro, los líderes del APEC no lograron redactar un comunicado aceptado por todos los miembros.
Tras la cumbre de Papua Nueva Guinea, Washington y Pekín se repartieron culpas, pero, con los mercados globales cada vez más agobiados por las tensiones comerciales, ambas partes parecieron más dispuestas a llegar a un acuerdo en Buenos Aires.
Tras la finalización de las conversaciones del G-20, Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, acordaron durante una cena el sábado un alto fuego en su disputa comercial, y suspendieron un incremento en aranceles estadounidenses que entraba en vigencia el 1 de enero.
“El espíritu no fue de adversarios”, dijo el delegado que estuvo estrechamente involucrado en las negociaciones, que agregó que quizás por las consecuencias del APEC los funcionarios al menos intentaron resolver las cosas.
Los delegados trabajaron en Buenos Aires hasta las 06.30 hora local del sábado, el último día de la cumbre, diluyendo el lenguaje sobre migración y refugiados frente a la resistencia de Estados Unidos y otros, dijeron funcionarios europeos y argentinos.
Y todavía no habían abordado uno de los temas más espinosos: el cambio climático.
“Eso fue lo que discutieron (el sábado) de la mañana hasta el mediodía”, dijo una portavoz del Gobierno argentino, horas antes de que se hiciera público el comunicado.
Al final, los miembros acordar estar en desacuerdo. Al igual que en la cumbre celebrada en Alemania el año pasado, Estados Unidos reafirmó su compromiso de retirarse del Acuerdo Climático de París, mientras que otros miembros del G-20 declararon que el pacto era irreversible y que lo implementarían de manera plena.
Los negociadores veteranos fueron flemáticos respecto a las dificultades que hubo para alcanzar un acuerdo sobre el texto.
“Siempre hay al menos una sesión que dura toda la noche como esta”, dijo un delegado muy involucrado en la redacción, que agregó que “a veces fue difícil encontrar la palabra adecuada para mantenerse en el punto medio”.
Fuente: El Financiero