Información de Contacto

Blog CANACO CDMX Paseo de la Reforma No. 42, Col. Centro, Delegación Cuauhtémoc, C.P. 06040.

El 19 de septiembre de 1985, la Ciudad de México vivió uno de los momentos más trágicos y determinantes de su historia. A las 7:19 de la mañana, un sismo de magnitud 8.1 con epicentro en las costas de Michoacán sacudió a la capital del país, dejando una devastación sin precedentes. Miles de personas perdieron la vida, decenas de edificios colapsaron, y la ciudad se vio obligada a mirar de frente una realidad que había sido ignorada por generaciones: somos un país vulnerable a los desastres naturales.

Los efectos de ese terremoto no fueron solo materiales. La tragedia transformó de forma profunda la conciencia social, la forma de organizarse ante las emergencias y, sobre todo, la visión sobre la prevención. Hasta entonces, hablar de protección civil era casi inexistente en el vocabulario cotidiano. El evento marcó un antes y un después en la cultura del riesgo en México.

Un despertar colectivo

Las imágenes de ciudadanos formando cadenas humanas, retirando escombros con sus propias manos, salvando vidas en medio de la tragedia, quedaron grabadas en la memoria nacional. La respuesta espontánea de la población reveló tanto la ausencia de protocolos oficiales como el poder de la organización civil.

La falta de preparación institucional fue evidente. Muchos edificios colapsaron por fallas estructurales, por omisiones en la supervisión, o por haber sido construidos sin respeto al reglamento de construcción. Miles de personas murieron atrapadas, sin saber cómo reaccionar ni a dónde dirigirse. El terremoto expuso con crudeza que no basta con construir ciudades; hay que construirlas con seguridad.

El origen de una nueva cultura

A raíz del sismo, en 1986 se estableció el Sistema Nacional de Protección Civil, con el objetivo de coordinar los esfuerzos del gobierno y la sociedad para prevenir y atender desastres. También se institucionalizó el 19 de septiembre como el Día Nacional de la Protección Civil, como una forma de recordar y honrar las lecciones aprendidas.

Desde entonces, se ha avanzado en distintos frentes: creación de planes de emergencia, simulacros obligatorios, reglamentaciones más estrictas, implementación de sistemas de alerta sísmica, y una mayor conciencia social en torno a la preparación. Las brigadas internas en centros de trabajo, escuelas y edificios habitacionales se han convertido en figuras clave dentro de la cultura de prevención.

Retos actuales y persistencia del riesgo

Cuatro décadas después, es innegable que se ha recorrido un largo camino. Sin embargo, la prevención no puede ser vista como una tarea concluida. El riesgo sigue presente. La construcción irregular, el incumplimiento de normativas, la falta de mantenimiento en estructuras, y la simulación en los ejercicios de evacuación, siguen siendo prácticas comunes en muchos sectores.

La prevención de desastres no debe ser solo una reacción al pasado, sino una estrategia permanente que garantice la seguridad de las personas, la protección del patrimonio y la continuidad de las actividades económicas. La inversión en capacitación, evaluación estructural, brigadas bien entrenadas y planes actualizados no debe considerarse un gasto, sino una herramienta esencial para mitigar el impacto de futuros eventos.

Recordar para no repetir

A 40 años del sismo de 1985, es importante no solo rendir homenaje a quienes perdieron la vida y a quienes mostraron valentía en medio del desastre, sino también reafirmar el compromiso con la prevención. La memoria colectiva debe servir como motor para mantener viva una cultura de protección civil activa, crítica y eficaz.

Porque prevenir no es temer. Es entender el pasado para proteger el futuro.

ATOGAPAN

pac.paz@atogapan.com

55 5406 8788

Compartir: