En 2017, los precios de bienes y servicios en México mostraron su mayor incremento en poco más de 16 años. Alzas en las gasolinas, gas LP, productos agrícolas y el efecto de la depreciación del peso frente al dólar, entre otros factores, dejaron a más de un millón 800,000 mexicanos sin los recursos suficientes para adquirir los productos de la canasta básica. Para los pequeños comerciantes, esta situación también significa bajas en sus ingresos y ventas que ponen en peligro la continuidad de sus negocios.
En México, de acuerdo con la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec), existen más de un millón de tienditas de abarrotes de las que dependen 5 millones de personas. Este sector enfrenta la inflación acompañada de la especulación en los precios y problemáticas sociales como la burocracia, la extorsión y la violencia que penetra las colonias donde se ubican.
Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Anpec, compartió con EconomíaHoy.mx que los dueños de las tiendas de abarrotes ven con desesperación los incrementos en productos agrícolas, como el jitomate, tomate, chiles y granos. Precisamente, insumos que forman parte de la dieta diaria de sus clientes. Adicionalmente, sostiene, los pequeños comerciantes no tienen la capacidad de soportar algunos incrementos, debido a que ahora pagan más en sus facturas de luz, pasajes y gasolinas, según el caso.
La Asociación realizó un sondeo en distintas ciudades de siete estados del país, con la finalidad de dar seguimiento al incremento de los precios. Quieren medir su propia inflación, aquella con los bienes más demandados por sus clientes y la que refleja los incrementos de precios influenciados por los traslados de sus productos, la especulación en torno a la depreciación del peso y hasta de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Su muestreo refleja incrementos en el kilo de jitomate en tiendas de Tlaxcalas de los 12 pesos el kilogramo en diciembre a 18 pesos en enero pasado; Inegi, en el mismo periodo y localidad muestra alzas que van de los 12 a los 22.50 pesos el kilo. El punto es que los socios de la Anpec comercializan precisamente con personas que, en ocasiones, no perciben un salario mínimo diario de 83 pesos.
“La presión inflacionaria está llegando a lo que el Mexicano come: a las papas, cebolla, chile, esto es preocupante (…) hay productos de los que se puede prescindir, pero de los alimentos que forman parte de la dieta diaria, no”, manifestó.
La depreciación del peso genera especulación en los precios, en muchas ocasiones los revendedores pagan mayores precios sin fundamentos(…) las distintas proveedurías pudieron conseguir productos a un precio partiendo de que la paridad estaba en un nivel, pero a la hora en que se vuelve a depreciar el peso ellos aprovechan para subir los costos” denuncia Cuauhtémoc Rivera.
De acuerdo con el líder de la Anpec, los productos con los que más se especula son el maíz, arroz y frijol, tres granos básicos para la alimentación de los clientes de las pequeñas tienditas.
A los movimientos del tipo de cambio, se suman las noticias relacionadas con el proceso de modernización del TLCAN, pues algunos proveedores aprovechan la postura de proteccionismo de Estados Unidos para elevar los precios del limón, aguacate y durazno, entre otros, comenta Rivera.
En este contexto, los ingresos de los pequeños comerciantes han pasado de más de 12,000 pesos mensuales a 8,000 pesos. Aquí se ve reflejada la pérdida de la capacidad adquisitiva de sectores de la población mexicana. Además, los dueños de las pequeñas tiendas tienen que lidiar (en algunos municipios) con la desorganización de las autoridades.
A las malas prácticas de los gobiernos se suma la inseguridad de algunas metrópolis. “Son muchas presiones porque están en los barrios populares, es el valle de los miserables, hay mucha presión social porque hay necesidad (…) y por eso la delincuencia organizada ha hecho lo que ha querido con nosotros”, añade.
Diferente inflación una misma realidad…
El representante de la Anpec, se muestra indignado al manifestar que distintos medios y autoridades hablan de una baja en la inflación en enero y la primera quincena de febrero, cuando ellos no perciben una mejora en sus bolsillos y los de sus clientes. Es relevante aclarar que la inflación es el crecimiento sostenido de los precios de los bienes y servicios expresados en porcentaje con relación a un periodo de tiempo, de acuerdo con la definición del Banco de México (Banxico). Que baje el indicador no significa que bajen los precios.
El estimado de inflación de la Asociación es de 3.07% en su variación de diciembre de 2017 frente a enero pasado. Su medición toma en cuenta 23 productos de mayor demanda entre sus clientes, entre ellos la cebolla, tortilla, jabón de baño, lata de atún, huevo y aceite. En contraste, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó un índice de 0.53%, claro que este toma en cuenta una canasta de 283 bienes y servicios genéricos, que agrupan el total del gasto en los hogares, así como su incidencia en la población. Esto explica la amplia diferencia.
Urge mayor control por parte de las autoridades
Jorge Arias Gordillo, director de Análisis Económico y Bursátil de CIBanco, refirió que el ejercicio de la Anpec puede ser una excelente herramienta para medir el comportamiento de los precios en los pequeños establecimientos ubicados en diferentes metrópolis.
Al tener un monitoreo de las alzas de precios, las autoridades pueden cuestionar a los proveedores, e incluso a los tenderos, sobre incrementos injustificados en los bienes y servicios. Al mismo tiempo, los tenderos podrán ofrecer un mejor servicio a la población, “porque si no lo haces, los clientes pueden sentirse robados y comprar en los supermercados (…) El único respaldo de la población es ir a la Profeco, ir y preguntar, pero por lo general no lo hace. En especial con productos que son de uso básico, como no los puedes sustituir la gente los tiene que comprar”, sostuvo.
Fuente: Economía Hoy